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lunes, 26 de septiembre de 2011

LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS SIN CONSENSO REAL ESTÁN CONDENADAS AL FRACASO

Se oyen los clamores de las voces europeas y americanas de quienes han sido parte y carne de numerosas reformulaciones en los sistemas educativos y aún continúan sumidos en la crisis.
Agobiados de tantos cambios, los europeos y americanos parecen haber perdido de vista la meta. Son tan vertiginosos los cambios y replanteos de los cambios, que si se realiza un rastrillaje por Internet, se pueden leer las voces de educadores y pedagogos que sienten que la lucha es mucha y vana. Sin embargo, América Latina y, en el caso que nos ocupa, nuestra provincia, se hallan tentados de emprender sin mucho análisis de los resultados de los que nos precedieron en la experiencia, el camino que los países occidentales ricos comienzan a desandar.
 Michael Fullan advierte que “una de las principales dificultades para la mejora de las escuelas de los países ricos occidentales no es la ausencia de innovación, sino más bien la presencia de demasiados proyectos novedosos inconexos, episódicos, fragmentados y adornados de forma superflua. El mayor problema que enfrentan las escuelas es la fragmentación y el exceso de innovaciones”. Es decir, la innovación no es todo.
Al parecer, los docentes en el día a día,  se enfrentan a problemas en el aula que no son posibles de generalizar, lidian con las particularidades, tampoco saben bien cómo influir en los estudiantes, ni están seguros de cómo hacerlo. Ven a sus alumnos como “sujetos de circunstancias específicas influenciados por muchas fuerzas divergentes que no responden a generalizaciones” Por otro lado, los docentes perciben que “hay pocos momentos para la compensación, cubrir el currículum, hacer comprender una materia, tener una influencia sobre los estudiantes.”
Fullan advierte que es muy distinto como se perciben los cambios educativos en la sociedad y cómo la perciben los individuos y que allí está el “quid” de la cuestión, es decir, en la percepción del sentido del cambio. Y recalca  que “… el sentido tiene una dimensión moral y otra intelectual: cambiar las vidas de los estudiantes requiere preocupación, compromiso y pasión, tanto como saber intelectual (CONOCIMIENTO)”
Los cambios según Marris, puede ser voluntarios o impuestos. Pero todo cambio implica una pérdida, generación de ansiedad y espíritu de lucha. Ignorar que esto sucede con todo cambio, lleva al riesgo de obviar aspectos importantes del mismo y a malinterpretar otros. Si el cambio (la innovación) es realmente voluntaria, el cambio adquiere sentido, la persona lucha para lograrlo y lidia con su ansiedad pues tendrá una recompensa. Si el cambio es impuesto y la construcción de realidad es desconocida y poco fiable, es imposible añadir al cambio un sentido personal y un espíritu de lucha. Si el cambio se percibe como una amenaza y no se cuenta con un medio fiable, es imposible dotar de sentido personal al cambio y no se “lucha” por el mismo.
El cambio puede imponerse siempre y cuando estemos satisfechos, caso contrario pierde consistencia y resulta intolerable. Una innovación “no puede ser asimilada si su sentido no se comparte”.
Fullan menciona otro fragmento de Marris que es esclarecedor en este caso: “…Cuando aquellos que tienen el poder de diseñar los cambios y actúan como si sólo tuvieran que dar explicaciones, … expresan un profundo desprecio por el sentido de las vidas ajenas.”  Es decir, que descalificar la oposición a los cambios, acallar las voces, tratar como ignorantes o prejuiciosos a quienes tienen algo que decir, también es una expresión de desprecio hacia todos.
Una forma de silenciar las voces emergentes, en San Luis, son las recientes “encuestas” que llegan a los padres, alumnos y docentes, que no son preguntas sino meras inferencias de lo que la “gente” supuestamente piensa. Esta es también una forma de acallar las voces que tienen algo para decir o aportar, pues es casi imposible contestar en desacuerdo cualquiera de las afirmaciones de la “encuesta”. Traducido sería: el Poder niega la oportunidad de analizar, discutir e inclusive oponerse a los cambios. De este modo, el Poder pone en manifiesto el desprecio por las vidas ajenas, o sea, nosotros, o sea, los alumnos y por ende, el Futuro. Marris dice: “los tratan como marionetas pendiendo de los hilos de sus propias concepciones.”
El problema fundamental es que todo cambio necesita de consenso, convencimiento de que el cambio es real y se hace en un ámbito confiable y con actores educativos satisfechos, sino el riesgo es enorme, surgen conservadurismos que nada bien haría a nuestro sistema educativo, y por consiguiente a nuestros chicos.
La compra de conciencia en ningún ámbito y menos en el educativo, asegura un Futuro venturoso, muy por el contrario.
La eminente sanción de una Ley de Educación Provincial y de un Plan Maestro sin un auténtico análisis de quienes estarán involucrados para que se cumpla, puede ser terrible. En el caso de Educación, los daños colaterales nos pueden llevar a perder más generaciones de estudiantes que los que causó la Ley Federal de Educación.
En vistas del próximo Congreso Internacional de Educación de la provincia de San Luis, ASDE advierte a los colegas sobre el peligro de avalar decisiones en política educativa que lesione para siempre el ya pésimo estado en que nos dejó una Ley Federal de Educación que en San Luis se aplicó sin ningún consenso y con resultados que aún padecemos en el día a día de nuestras aulas.
Hoy la responsabilidad de los magros resultados en Educación recaen sobre los hombros de los maestros y profesores de la provincia, obviando medir los resultados de una Ley Federal aplicada sin ningún tipo de análisis, y sólo para cumplir los requisitos de cuantiosas sumas de dinero giradas a la provincia; capacitaciones que no se cumplieron y lo que es peor, la aplicación de políticas neoliberales a la Educación que dejó en la marginalidad a miles de trabajadores. Vestigios que aún vemos en las aulas. Y de miramos al espejo nos reconoceríamos también como víctimas.
Las políticas educativas sin consenso real están condenadas al fracaso, al conservadurismo, pero seguramente la culpa no caerá sobre los hombros de los responsables gubernamentales de las políticas educativas. Seremos nuevamente nosotros los únicos responsables de los fracasos. De lo que hagamos, la Historia nos juzgará.
  Obra citada: “Los nuevos significados del cambio en la Educación” de Michael Fullan, Edit. Octedro, Re-pensar la educación N°14, 2002.

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